Ellos son mi vida.
Si pudiera explicar con palabras,
todo lo que siento cuando los veo.
Ojalá fuera mejor poetisa,
ojalá que expresarme,
no fuera mi problema.
Se acurrucan los dos en el sofá,
debajo de la manta,
y se miran,
reproduciendo un ying-yang,
perfecto.
Tan rubios...
Tan bonitos sus ojos de mar...
En la nena es de aguas turquesas,
en el nene es de océano tropical.
Andan con sus cabecitas,
piensan con sus pies.
Hablan por los codos,
y cuando ríen,
son sonoras carcajadas
las que retumban por la pared.
Y también se enfadan,
vaya si se enfadan!
Y aunque me reten,
a mí me gustan así,
con carácter.
Me cogen de las manos,
y me besan.
Y con sus ojos de agua,
me miran como si fuera
lo más grande de esta tierra.
Cuando llego de trabajar,
están ansiosos por explicármelo todo.
No paran de hablar,
se pelean por ser el primordial,
mientras yo,
apenas puedo quitarme la chaqueta!
Y entiendo porqué una persona sería capaz de matar.
Y entiendo porqué estamos los tres solos.
Les doy la libertad.
Y les doy las alas.
Hay quien me pregunta,
que cómo me gustaría verlos,
de mayor.
Y yo siempre les digo,
que me da igual.
Sólo quiero que sean
como ellos quieran que sean,
y que así sea,
siempre.

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