miércoles, 4 de noviembre de 2015

Risa terapéutica






La soledad.

Que no es lo mismo que estar solo.

La injusticia.
Que no es lo mismo que ser justo.

La maldad.
Que no es lo mismo que ser Maléfica.

El desgarro.
Que es lo mismo que estar muerto y sangrando.

Cuantos demonios puedo llegar a encerrar dentro.
Cuántos!
Que salgan uno a uno.
Que les quiero echar un manto.

Otra vez me aprietan el estómago.
Y me escurren.
Y me dejan echa un asco.
En la noche y sin bombillas.

 Y tú apareces con el aire a nuevo,
y llenando el tiempo de risas,
y diciendo eso,
de que la vida es rosa.

Y diciéndome que por supuesto, 
voy a superar mis miedos.
Y lo dices tan convencido,
que hasta yo me lo creo.
Tan fácilmente 
paras mis tormentas,
que hasta me pienso mejor persona,
desde que me enseñas.

Llevo unos días con mal dormir.
Tú lo achacas a que no puedo vivir sin ti.
Y me vuelves a hacer sonreir.
Menuda hazaña la tuya,
el sacarme sonrisas.

Nos miramos entre la multitud.
Y me miras,
entre admirador y depredador.
Y yo me hago la tonta,
pero cada vez que levanto la vista,
me topo con la tuya.

Y me hablas de ir a ver el Louvre,
y de ir a Francia,
y de pararnos en todos los pueblos,
y de pisar todas las carreteras,
y abrazarnos todas las noches.

Haces que levante al cielo,
esta mirada,
y que tropiece, 
con tus ojos brillantes,
y llenos de vida.
Es así, 
como esta pena,
pasa un poco desapercibida.

No sé si existe para siempre,
si se comen perdices o no,
ni si yo puedo ser tu princesa,
ni si tú quieres ser azul.

 Pero sé que mis días son mejores desde que aparecistes.
Que me pongo nerviosa cuando me subo a tu coche,
y que tú estás nervioso cuando me monto.
Que me coges de la mano y la acaricias.
Que te agarro el brazo y me apoyo.

Y que si aquí había un roto,
aquí me traes 
a un descosido.

Y sin importar todo lo que esté pasando,
nos reímos,
y así sabemos,
que todo estará bien.


 
 
 
 


 

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