Y de repente,
una oleada recorre mi vientre.
Y luego otra.
Y quiero que vengas,
y que rompas la ropa,
que me cosas la boca.
Que levantes el asta,
que me muevas hasta las pestañas,
que me cojas del pelo
y que te enfades,
si no me escuchas gritar.
Que me susurres guarradas.
Que me pilles y me mates.
Que no tengas compasión.
Que no me voy a domesticar!
Ni aunque te derrames.
Tengo un kamasutra en blanco,
y un montón de imaginación.
Trae tú la espada,
que el escudo lo pongo yo.

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