Qué por qué no escribo en prosa,
que por qué me salen versos.
Pues porque me gusta.
Porque les cojo el ritmo,
porque les doy latidos,
y porque me suenan a música.
Un millón de versos que te dedicaría,
un montón de ritmos nuevos,
que te regalaría,
dejarte tocar esta luna,
poseer la luz que todo lo cura,
beber mi pócima arreglalotodo,
y sanar ese corazón que está oscuro,
más que roto.
Mar y cielo como remedio de rescate,
entero te lo daría,
lamería cada herida,
y arañaría cada vez que me dejaras,
tu espalda y tu cuello.
Cariño,
me he dejado las uñas largas.
Y están afiladas.
Si quieres que te odie,
ven,
que te declaro la guerra mundial.
No va a ser fácil ganarme,
no va a ser rápido,
y no te va a gustar.
Yo,
no soy tu princesa.
Así que deja ya esa máscara,
que has roto más de un plato,
que ya nos vamos conciendo,
y de santos,
tenemos poco.
Si quieres infierno,
seré diablesa.
Te quemaré por dentro,
y no tendré piedad,
de tus ojos suplicantes,
llameando y sufriendo.
Arde pues,
que me lo estás pidiendo.
Y cariño,
a mi tampoco me gustan las cosas fáciles,
y me quedo,
aunque te joda.

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