
Bueenoo. pues la cosa va andando. No fumo, la casa está en orden, o al menos en el orden que a mí me gusta, los niños perfectos y felices, yo también, el trabajo estable... Aún así, creo que me queda otro cambio. El más radical. El antisistema.
Me gustaría construir una casa lo más independiente posible del mundo. Muchos días le doy vueltas. Me gustaría no ser participe del sistema. No pasarme todo el día trabajando para pagar y pagar y pagar. No poder criar a mis hijos cómo me gustaría, no dedicarles el tiempo que se merecen, No dedicarme a mí el tiempo que me merezco.
Cómo lo hago.
Aún no lo sé. Pero creo que poco a poco se irá abriendo camino por este sentido. Es lo que quiero desde hace mucho. Encontraré la manera tarde o temprano y la disfrutaré. Estoy convencida.
Me gustaría una casa no muy grande, de una sola planta. Sin muchos trastos por medio. Ventanas grandes, una puerta siempre abierta, y un banco en la entrada donde sentarme a tomar un trozo de queso y una copa de vino los mediodiías antes de comer. Y con los niños jugando por allí, para dentro y para fuera de la casa. Chutando balones. Cogiendo vasos de agua. Mi casa tendría chimenea, para poder encender fuego los inviernos, y mantener el calor del hogar. Y tostar el pan por las mañanas. Mi casa sería de piedra, y vieja. Las cortinas las haría yo, probablemente de colores, que alegran. Las sillas pintadas por mí. Mi casa tendría un trozo pequeño de mi alma en cada rincón, en el sitio menos indicado, en cada escondrijo. Toda yo, todo mi ser, lo repartiría hasta en el aire. Mi casa seria yo, y yo sería mi casa. Así pues, y por este motivo, no concibo una casa sujeta a este mundo capitalista. Mi casa también tiene que ser libre y única. Porque generalmente, me suelo convertir en una, con ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario