miércoles, 7 de diciembre de 2016

La casa de todos



Si fuese algo, probablemente sería arena.
Compacta cuando se moja,
deslizante si está seca.

Si fuese algo, me gustaría ser aire.
El aire que entra por tu boca.
aire que infecta.

Si fueses algo, serías camuflaje.
Pintado de verde, en mis caderas.
Pintado de azul, en las tavernas.
Invisible si te vas,
carne cuando apareces,
marrón impavido en tus ojos,
cuando miras impertérrito,
mi chispa, mis morros.

El otro día sonó una risa.
Era tu risa.
Recordé la expresión de tu cara risueña,
de tus dientes de ratón,
siento decirte que colmillos... no son.

Si yo fuera casa, sería sólo de una planta,
de vistas al mar,
tendría ventanas abiertas,
de marcos de madera blancos
y cortinas al aire, de seda.
Si yo fuera casa sería blanca,
de tejado azul cielo, azul mar,
de cara soleada,
y de puertas abiertas,
para que todo el mundo pasara.

Me doy cuenta, abuela, que te falto cuando me centro en mí misma. Me olvido del resto, de los que no tienen nada, de los que no se acuerda nadie. Lo siento. No soy nada, nada tengo, y con nada vine, y nada me llevaré. Con cualquier cosa, cualquier emoción, debo estar agradecida y guardarla en mi alma. Siento faltarte sin darme cuenta abuela. Hoy es tu santo. Te he recordado muchas veces hoy. Hacía tiempo que no te recordaba tan a menudo. Aunque confieso que casi nunca pasa un día sin que me acuerde de ti. Estás dentro mío y te llevo conmigo, a donde quiera que vaya.

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