lunes, 12 de diciembre de 2016
Brisa marina
El reloj va pasando los minutos. Ya casi son las 0 y no me he dormido. El tiempo pasa. Las agujas continúan marcando el ritmo. Y el tiempo que pasa, pasado está. Y no vuelve.
Y si con estos pasos, que voy dando de gigante, te quedaras atrás. Ya son tantas vidas. Tantas.... Hacía tiempo que no lloraba por la noche. A veces no puedo dejar de sentir lástima por mí misma y lloro en silencio. Pero no lucho. Dejo que vengan, que estén el tiempo que quieran estar, y que se vayan cuando quieran. Supongo que esto debe ser cicatrizar esta herida que he mantenido abierta durante tanto tiempo. Esta claro, que lo que no mata, hace más fuerte.
Hoy he tenido un día de locos. De arriba para abajo, corriendo a ratos, concentrándome a otros, con un millón de pasos de un lado a otro. Estos días se han convertido en mi rutina. No sé muy bien porqué, pero últimamente no paro nunca. Y cuando paro, a veces viene el agua a verme, a recordarme que soy humana, a enseñarme las heridas, a lavarlas y limpiarlas para que puedan cerrar correctamente.
Esta noche quiero convertirme en una suave brisa. Si puede ser, que sea una brisa marina. Aire con olor a sal. Ese aire que se cuela por la ventana en un día caluroso de verano y refresca una luminosa estancia. Eso quiero ser. Aire fresco en un caluroso verano. Pero aire salvaje de mar, no la domesticada brisa de tu ventilador.
Te sigo queriendo. No sé cuánto va a durar. Realmente ni lo sé ni me importa. Que venga y que se vaya y que campe a sus anchas. Porque es que aún así, me siento feliz.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario