sábado, 17 de diciembre de 2016
Carta de despedida
No descanso ni cuando te tengo,
ni cuando no.
Vivo en un sinvivir constante.
La tristeza se apodera de mí,
sin avisar.
Me atropella,
nubla mi cara,
marca los surcos
de la edad de hielo.
Y a mí me gustaban hasta tus arrugas de idiota.
Esto se acaba.
Velo este entierro.
Muero
renazco
muto
metamorfoseo
y cambio
o tal vez
sólo maduro.
He disfrutado de la vida.
De la vida es bella,
del anochecer,
del amanecer
de la playa
de la montaña
de los silencios
de los tambores
los cigarros
las plazas
la gente
las luces.
Disfruto de mi arreglo interior.
Pienso en que he sido buena,
mala, malísima,
despistada
friki
lisa
torpe
llorona
alegre
risueña
miedosa
luchadora
valiente
y más cosas.
El año se acaba
y ha sido muy duro.
Con mis 35 otoños,
mis 34 inviernos,
algunos dias sueltos
atemporales,
y algunos momentos de lucidez.
Ya basta de lucha.
La guerra ha acabado.
De valientes están los cementerios llenos,
y de cobardes mi pasado.
Se acabó.
Mi vida debe seguir.
Ojalá no te vayas.
Os querré siempre
en el silencio de mi ordenador.
Raquel, y sus siete vidas.
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