jueves, 1 de septiembre de 2016
Carta al universo
Hoy me han dicho que escriba. Que escriba cómo me gustaría que fuera el hombre de mi vida. Me han dicho que escriba y que lo mande al universo. Bueno, no sé si esto será el universo pero quizás algo de parecido tiene. Lo envío a internet y a sus redes infinitas. Quizás es lo más parecido al universo que tengo ahora mismo a mano. O quizás, mire al cielo mientras escribo en el balcón, por si pasa mientras tanto, alguna estrella fugaz que se lleve mi deseo en la cola, y lo pasee por todo el firmamento como si de una gran pancarta de anuncios se tratara.
Cómo me gustaría que fuera el hombre de mi vida. Realmente no soy muy exigente. Yo nunca pido mucho, y vivo con cosas pequeñitas. Me gustaría que me amara, pero no de cualquier forma, sino de verdad. Como se quieren a los padres, a los hermanos o a los hijos. A pesar de los defectos, y para siempre. Quizás me gustaría que me hiciera saber que me ama, y no con bombones o flores, sino con su calor cerca, con su atención y con su respeto.
El hombre de mi vida tiene que ser cortés, romántico, atractivo, con sentido del humor, que cuando me abrace sea capaz de rodear todo mi mundo con sus brazos. Cariñoso. Me gustaría que respatara mi libertad, que no me considerara de su propiedad, ni pensara que me tiene asegurada para siempre. Que se esfuerce en que seamos felices.
Me gustaría que fuera moreno. Que tuviera labios carnosos. Que me susurrara al oído las guarrerías que piensa hacerme. Que me diga te quiero por las mañanas. Y por las noches antes de dormir en su pecho.
El hombre de mi vida tiene que ser inteligente. Me gustaría poder tener conversaciones profundas. Filosofear, compartir aficiones. Me gustaría que compartiera su mundo, yo prometería no inmiscuirme demasiado. Mi gran amor debe ser libre también, como yo. Y amarnos en nuestra libertad. Para mí, así es el amor más perfecto.
Me gustaría que durmiera todos los días a mi lado. Que me tocara con el pie cuando nos damos el culo. Que el amor fuera más grande que el orgullo, y que no pasara ni una sola noche en que nos durmieramos enfadados.
Me gustaría que fuera algo aventurero. Que exploráramos todos los rincones del mundo de la mano. Vivirlo todo. Que no dejara que el aburrimiento se instalara en nuestra casa. Ni en nuestra familia. Me gustaría que fuera capaz de llegar a querer a mis hijos. De aprender todos juntos de todos. Me gustaría que tuviéramos un hijo. Pero esta vez que no se pareciera a mí. Que fuera calcadito a él.Que lo mirara con orgullo, que fuera el mejor padre del mundo. Y que yo lo pudiera ver.
El hombre de mi vida tiene que enseñarme las estrellas, bailar, arroparme si hace frío. Y por supuesto, me tiene que empotrar. Tiene que ser fiel, pero no porque la sociedad lo marque, sino porque así lo sienta en su interior.
El hombre de mi vida quiero que me haga feliz. Más feliz de lo que he sido nunca jamás en la vida. Y que se deje recibir por triplicado todo lo que me da.
El hombre de mi vida moriría conmigo si me mato, y yo me mataría con él si se muere.
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