sábado, 23 de julio de 2016

El aire llama al aire

Quizás hoy no encaje todo. Quizás el encaje es que exista este desencaje. Nada es igual, nada es perfecto, y me encanta que así sea. Es en la diferencia, donde encuentro tanta riqueza. Y me gusta.
Me siento feliz. Me pregunto cuál es el motivo. Por qué a veces sí, y a veces no. Y creo que son las responsabilidades las que me agobian. Esta semana estoy de rodriguez. No tengo niños. No tengo trabajo. Pero tengo un montón de horas para llenar con sólo, y solamente aquello, que me plazca en el momento. Y eso, y solamente eso, es lo que me hace ser feliz.
Poco a poco, con los años, con los meses, y con los días, cobra en mi mente vida una idea. Una imagen, un pensamiento, un sueño. Una realidad dónde vivo sin relojes, donde construyo mi casa con mis manos y las de mis hijos. Donde cultivo la tierra y vivo de ello. Mi padre vino huyendo del campo, y que paradoja es para mí, que yo quiera volver a ello. Él me puede enseñar mucho, tiene la teórica y la práctica. Yo, las manos y la cabeza.
Por las mañanas llevaría a los niños al cole. Luego haría las faenas de la tierra, y la comida, para que cuando vinieran mis dos amores a comer, la casa oliera a fuego lento. Pasar las tardes con ellos en el campo, o en una acequia. Leer bajo un olivo, o bailar y hacer un picnic a la sombra de ramas verdes y un viento con olor a tierra.
Soy aire,
y al aire,
lo frena la tierra.
Lo alimenta la calor,
lo vacía la tormenta.
Bebe del agua que de las nubes baja,
y lanza con fuerza piedras
si hay nostalgia.
Yo soy aire,
y hoy este huracán,
ha lanzado con orgullo
el viento
que lo demantelará.

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