domingo, 10 de enero de 2016
El pulso de un pincel que late
Pocas veces estoy en silencio. Creo que nunca. El silencio produce el ruido de mi mente. Y sólo con ruido, callo el pensamiento. Si vivir o morir, si morir o matar, si matar o ignorar, si ignorar o odiar, si odiar o besar, si besar o morir, si morir o vivir.... y así hasta el infinito y más allá.
Y pensar en todo lo que pienso.
Y pensar en mi ego.
Y pensar en lo egoísta que soy.
Y pensar en todos los que no tienen nada!
Y pensar que no valoro lo que tengo.
Y valorar todo lo que no tengo..
Y pensar que no tengo remedio.
En mi mundo, la preocupación es mi ego,
mi ombligo.
Y nunca he pretendido ser el ombligo del mundo.
Ego! deja mi piel y vete,
te he arrancado ya muchas veces,
y eres tierno,
pero cobarde.
Salgo de ti,
que otros mares me gritan,
con tiros que me alcanzan.
Me sacuden,
me paran,
y me miran a la cara.
Dejarme la piel,
ya es poco.
Me piden mis emociones,
mi corazón.
Me susurran cómo tiene que ser el trazo,
cómo hay que retratar los recuerdos,
como escribir las notas,
si necesito luz,
o oscuridad
para esa zona.
Me gritan que despierte de mi ceguera,
y que no más! faro de ciego.
Mi obra empieza,
si es que no empezó ya
anteriormente,
en algún momento.
Continua,
se amolda,
se transforma.
Vive, crece, se multiplica y cambia,
oh dios! todo lo cambia,
y a un ritmo tan vertiginoso
que lo que soy hoy no se parece en nada!
a lo que voy a ser mañana.
Y un poco de felicidad se me cuela dentro,
no noto la presión
ni la mano que impedía el trazo.
Mi muñeca de pronto,
se siente ligera,
y en mis dedos hay un latido constante,
apenas es un cosquilleo,
de un pincel que late mi sangre,
y que me pinta dentro...
pero muy dentro...
muy mar adentro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario