viernes, 8 de abril de 2016

Aquelarre



Hoy me ha pasado algo insólito. El día es gris. Y me he convertido en un hombre, en el hombre del cuadro que tengo colgado encima del sofá. Es un tipo duro, con sombrero, que se está fumando un puro. Pues él, era yo.
Estaba en un puerto. Había un banquito mirando al mar. El gris y la niebla lo cubrían todo. Me senté en el banco, y reflexionando, miré el mar gris. Estaba dando una calada al puro cuando por mi espalda una nube de cuervos me empezó a envolver. Recuerdo los sonidos ensordecedores y los aleteos contra mi cuerpo. Se lanzaban conta mi ser. Me picaban, me arañaban, me empujaban. El sombrero cayó al agua.
Pese a todo el ataque, el dolor, lo tenía dentro. Mi piel estaba anestesiada. Mi sangre salía poco a poco en ríos de lava. Exhalé la última calada que tenía guardada en los pulmones. El puro... se lo llevaron los cuervos. Del humo, salió mi alma, elevándose en línia recta hacia el cielo. Ví como los cuervos acabaron con el cuerpo. Y ví y sentí todo el sufrimiento, el interno y el externo.
Pero un alma vacía de cuerpo, no puede llegar muy lejos. Queda suspendida, indefensa, en el espacio, y en el tiempo. Es un alma todo corazón, sumamente frágil para cualquiera.
El final no lo quise ver. Me dió miedo y aterricé otra vez en mi envoltura. Y el dolor, sigue dentro. No logro recordar desde cuando estuvo aquí, conmigo. Creo que no se fue nunca. Hoy te exacerbas y dueles como nunca. Y tengo miedo de los cuervos, del ataque. Tengo miedo de que rompan aún más mis escombros.Me aterra pensar que un día podría estar sentada en un banco, y que los cuervos me puedan coger por la espalda. Ellos son así, cobardes.
No se puede vivir con tanto sufrimiento. Entiendo a mucha gente que se suicida. Es preferible morir y acabar con todo esto. Pero no tengo agallas. Si tengo que ser santificada por cuervos, que empiece ya el aquelarre.

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