lunes, 30 de julio de 2018

Sabes? a mí también me cuesta horrores no escribirte, no hablarte. He barajado unas cuantas veces la posibilidad de decirte algo, pero casi siempre recuerdo los motivos que me llevaron a tomar esta decisión y me arrepiento. Quizás sea hora de desempolvar este absurdo blog para desahogarme, una vez más.

Ayer pensaba en que estaba ofuscada. Quizás tengo miedo. Quizás no quiero ver que me he enamorado de ti. Luego recapacito, y pienso en las veces que me has llamado, y en ninguna se me salía el corazón por la boca. Qué es el amor. Acaso es estar agusto con alguien, compartir cosas, aficiones, un compañero de viaje tal vez? Todas esas cosas las reúnes tú de sobras, pero... porqué no me late el corazón cuando me llamas, porqué no me acuesto ni me levanto pensando en ti, porqué no siento deseo si miro tus manos, o se me clavan tus ojos cuando me miras. No entiendo porqué no me pasa, pero no puedo aceptar una cosa sin la otra, así que definitivamente descarté mis intentos de acercamiento y me di por vencida.

No entiendes nada, porque no te lo explicado. Me he ido sin decirte nada, sin hacer apenas ruido. Aquella noche entendí que me amas mucho. Entendí que lo nuestro se iba a acabar en el momento en que tuviera pareja, aunque estuvieras al acecho siempre por si acaso. Entendí todo el daño que te he hecho y que te estaba haciendo sin apenas darme cuenta, tapándome los ojos con una venda y disfrutando del momento. Y entendí que no lo quieres reconocer tampoco. Los sentimientos se desbordan y arremetes contra mí, son celos, imposibles de controlar. Yo he estado celosa tantas veces, créeme... sé lo que se siente, y sé lo que se hace.

Lo he pensado mucho, y aunque hay veces en las que me entran las dudas, creo que me mantengo fuerte en mi posición. Esto iba a acabar tarde o temprano, tú no me ibas a querer siempre, y yo pensaría en alguien más.

Sabes? has sido para mí como un ángel. Se me cayó el mundo por completo y vivía entre los escombros tratando de sobrevivir. Nunca olvidaré la tarde que te conocí en el viena, consolándome mientras lloraba y asegurándome que todo iba a pasar y que era normal, necesitaba esa confianza de saber que todo iba a mejorar. Gracias.

Te llevaré siempre conmigo, aunque no te hable nunca más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario