jueves, 10 de noviembre de 2016
Dolor expansivo
Estoy en expansión. En todos los sentidos. Quiera yo expandirme, o no. Si no lo busco, me empujan y no se puede evitar. Un máster, una carta del colegio de farmacéuticos, un ex que se va acordando de que es padre, unos hijos que no paran de regalarme, y que cada vez, vamos mejor todos. Descarto amantes que me salen de hasta de debajo de las piedras. Encuentro sin buscar a personas que de pronto se convierten en cómplices de todo lo que soy o represento. Que nos hacemos amigos. Que surge sólo. El dolor viene y va, pero no le tengo miedo, y dejo que se pasee por mis días, que me sople, que me ponga la soga, que me suelte. Me doy tiempo. Me doy la oportunidad. Me dejo fluir. Como siempre hice y olvidé. Y no es que sea vengativa, pero saboreo el triunfo. Siento que poco a poco se me va dando todo aquello que me fue arrebatado. Me siento por encima. Siento que lo supero. Me siento feliz. Me siento conquistadora.
Estoy en expansión
de todos los límites.
De pronto,
todo se coloca en su sitio,
como un imán atrae
todas las piezas
al lugar del destino.
Y yo me expando
y conquisto.
Nadie me dijo que este dolor,
expansivo,
era el efluvio,
de mi infinito.
Un dolor expansivo,
así como lo es
el dolor al parir un niño.
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