jueves, 9 de junio de 2016
Cien años de soledad
"Luchó a muerte entre un amor sin medidas y una cobardía invencible, y triunfó finalmente el miedo irracional que tuvo siempre a su propio y atormentado corazón"
Una marioneta colgada de hilos
sin amor no se mueven solos.
Un día levanta el codo y saluda,
otro, enciende una risa.
La cabeza colgada,
el corazón en un hilo,
los músculos apenas responden,
y sólo hay vacío.
La condena pesa,
el desprecio, también.
Apenas se cortan los hilos,
la marioneta cae con gracia
pero cae
y hay quien así disfruta del espectáculo.
Que te quiero, te lo he dicho ya muchas veces.
que también he querido a otros, también lo sé.
Que es una pena, lo es.
Que toca olvidarlo,
estoy convencida que lo haré.
Este chico tenía un problema,
yo no podía hacer nada.
Ojalá algún día lo resuelva,
seguro que lo hará,
y creo que lo veré feliz,
que es como a mí me gusta verlo.
Esta noche imaginaba
una llamada
un tímido hola,
seguido del mío aún más tímido.
Escuchaba una carraspera
y un como estás.
Un no muy bien,
ayer estuve en el hospital.
Algo de preocupación en un lado del teléfono,
algo de nerviosismo en el otro,
Tú, un no me voy,
yo, un me quedo.
Sin para siempre,
con para ahora.
Para protegerme del miedo,
para acurrucarte en mis senos,
para dejarme dormir en tus brazos,
para adorarte como te mereces.
Si vuelvo a la realidad sé que vas a huir,
así que dejo a la imaginación,
te quedas,
hablas,
y me das la mano
para que no me vaya.
Pero esta no es mi guerra,
ni yo soy un soldado.
Una noche más te echo de menos.
Ya falta menos para las 500.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario