Qué fría esta noche. Y qué oscura. Otra vez el techo en mi cama. Otra vez aferrada, con un recuerdo, que viene y me habla.
Sentir que eres para mí, sentir que soy yo para tí, sentir que nos hemos encontrado, y sentir que sólo lo siento yo. Y sentirme faro de ciego. Y sentirme estúpida. Y sentirme triste. Y sentir y sentir y sentir, que siento no poder sentir tu pecho, ni tus manos, ni tu nuca, ni tu cuerpo.
Cuantas noches tengo que gastar en borrar tu recuerdo. Cuantas balas tengo que quemar, cuantos disparos te tengo que dar, para que seas olvido. Un olvido que me está costando forjar, a hierro y a fuego.
Cómo dejar de quererte, sin sentir que no me quieras. Y yo ya no sé si es que me engaño, o si eres tú que te engañas, o si es que nos autoengañamos los dos, o si es que sólo vemos lo que queremos ver o si es que sólo vemos lo que tenemos miedo de mostrarnos.
Me creí capaz de hacerte superar tu miedo. Dios no he podido. Yo también sufrí pánico. Ojalá me hubieses gustado un poco menos. Me habría sentido más fuerte. Y gigante versus gigante, se aplastan los miedos.
Ojalá no fueramos aire. Ojalá fueramos tierra y raíces. Eso es lo que yo quería contigo, amor. Mi tierra, anclanda a este globo aerostático que tantas veces está a punto de estallar, y que a menudo le gusta dar palos de ciego.
Y aún me cabe la duda de si tú ya tenías raíces. Cómo las ibas a echar conmigo? si tu tierra ya estaba ocupada. Y otra vez miedo a equivocarme y miedo a que me tengas miedo, y miedo a que no me quieras, y miedo a hacerte pequeño.
Y me voy instisfecha, y me voy con la duda. Y me quedo con las ganas. Y me quedo con la certeza, de sentir que eres para mí, que no nos vamos a encontrar, que tendrá que ser en otra vida, y que ésta, se va a desperdiciar, en estos desencuentros.
Y no me queda otra que protegerme de tus miedos. Leí cómo son, cómo actúan. Y leí que si aún siendo consciente la otra persona de estos miedos, se deja ser infeliz, el problema era de la otra persona, y no del miedoso en cuestión. Pensé que tenía razón. Y que no podía obcecarme con alguien que no superaba sus miedos, porque quien perdía, era yo.
Contra la espada y la pared, valoré la posibilidad de que prefirieras nuestro destino juntos, al miedo. Y me equivoqué de pleno. Y pienso en cuantas cosas más me habré equivocado. Pienso en que quizás tenías un harén, del que formaba parte. Pienso en que si me manipulabas. Pienso en que apenas me besabas, con lo que a mí me gustan los besos, y con la ganas que a mi me daban de besarte.
Y pienso que soy tonta. Y que no tengo remedio. Y que aunque te llore cien veces, cien veces tengo que sacarte de dentro. Y me duele. Y lloro de nuevo. Y maldigo esta vida, y me maldigo por dentro.
Bona nit amor, tengo que quemar tu recuerdo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario