sábado, 22 de agosto de 2015

Tierra de bandoleros



Contaba mi abuela que Jaén era tierra de bandoleros. Se escondían en la sierra, vivían en las cuevas, y se dedicaban a robar. Si hubieran sido italianos, su nombre bien podría haber sido La Mafia. Pero éstos eran andaluces, eran serranos, vivían en banda, y huían de la guardia civil.
 Mis cuentos infantiles nunca hablaron de príncipes, ni de princesas, ni tampoco de lobos. Las historias que narraba mi abuela hablaban de Cencerro, y de José María Tempranillo, y de otros muchos bandoleros que vivieron en la sierra de la Jaén de la postguerra.

Mi familia es de Jaén, pero de Jaén Jaén, de una Jaén de toda la vida, y de la Jaén de todos y cada uno de nuestros antepasados. Siempre tuve la sospecha, de que en nuestra línea genealógica, se podría haber infiltrado algún ruso.  Son casi todos rubios, y con ojos azules. Piel blanca y pecosa. Intenté tirar del hilo para descubrir quién había sido el infiltrado, pero resultó imposible. Así que esta sospecha se convirtió simplemente en una intuición. Aunque a día de hoy, sigo pensando, que algo que ver con Rusia, tenemos.

Mis dos abuelos, cómo no, nacieron en Jaén, se llamaban Jesús y Ambrosia. Vivían en los Villares, un pueblecito a 10 km de Jaén capital, el pueblo de donde salieron los bandoleros de la sierra.
Al principio, sólo eran rojos. Eran comunistas, republicanos, ideólogos, huídos de las cárceles y campos de concentración. Aunque más tarde, el perfil acabó siendo muy variado, incluyendo a delincuentes comunes, o a pobres que intentaban sobrevivir a su pobreza. La banda llegó a albergar incluso a familiares, vecinos o conocidos, desesperados por escapar de las torturas de los vencedores de la guerra.

Al que llamaban José María Tempranillo, todas las noches, y de manera clandestina, volvía a su casa en el pueblo a dormir con su mujer. Hasta que ella se quedó embarazada. La guardia civil vigiló la casa, y el bandolero no volvió hasta que nació el niño. Apenas hubo tiempo de besarlo, cuando al final de la calle, divisó a una pareja de guadia civiles que se acercaban. Tempranillo salió corriendo calle abajo y la guardia civil lo paró. Le preguntaron.. dónde vive José María Tempranillo? Por lo visto, no tenían ni idea de cómo era.. ni de que era él! Así que, amablemente, señaló a su casa, dejó atrás a la pareja de guardias civiles, y puso pies en polvorosa atravesando los huertos. Finalmente consiguió huir al extrangero, y allí se perdió la pista.

Cencerro también era del pueblo. Y fue el más famoso de todos. Más de una década costó encontrarlo! Lideró la banda, en su intento por mantener al partido comunista andaluz en la clandestinidad. La guardia civil lo buscaba con ahínco por todas partes. Y él, alardeaba con chulería el ser tan sumamente huidizo. Contaban en el pueblo, que un día Cencerro se fue a  Jaén capital y se tomó un café allí. Cuando terminó, dejó dinero al lado de la taza y una nota de papel en la que se leía "así paga Cencerro".

A un vecino de mi bisabuela, lo mataron por sospechas de relaciones con Cencerro. La verdad es que fue muy poco avispado. Era soltero, de familia jornalera. Y en aquellos años hambrientos de la postguerra, en su casa se hacían fiestas y habían hasta merluzas! que iba a Jaén a comprarlas... La guardia civil lo vigilaba, y de una manera u otra conseguía siempre escapar. Hasta que, tanto fue el cántaro a la fuente, que de repente, se le rompió. Lo ataron a un poste de la luz. Todo el pueblo estaba asustado. Nunca habían visto tantos guardias civiles juntos. Su madre no pudo ni acercarse a despedirlo. Lo metieron en un camión y se lo llevaron a Jaén. Sus hermanos salieron en su búsqueda, y en mitad del camino, dónde habían puesto una cruz de los caídos de la guerra, encontraron el cuerpo sin vida del bandolero, y tirado en la ladera, como si hubiera sido una piedra.

El padre de mi primo Julián, Eleuterio, era pastor. Se pasaba el día en la sierra con sus cabras y ovejas. Cencerro y su banda siempre estaban merodeando por allí. Eleuterio, les rogaba que lo dejaran tranquilo, que la guardia civil lo iba a arrestar. Los bandoleros le encargaban pan, comida.. y claro, el pastor levantaba sospechas en el pueblo cuando lo veían salir a la sierra cargado de manjares.
El día que Cencerro le dijo que se marchaba, suspiró tranquilo. Pero el bandolero le advirtió "yo me voy, pero a éste que está aquí a mi lado te lo quito antes de enmedio, porque como lo deje aquí, te va a complicar la vida". Eleuterio, con manos sudorosas, imploró que no hubiera muertos. Y así fué. Cencerro se fué huyendo a Valdepeñas sin dejar cadáveres.

Y fue precisamente en Valdepeñas donde acorralaron a Cencerro. Él, viéndose atrapado, cogió su pistola, la encaró a la cabeza, y se suicidó. La banda se fue desmembrando. Poco a poco, los bandoleros, exentos de líder, se fueron entregando. Muerto el perro, se acabó la rabia.
Algunos bandoleros declararon, y el pobre Eleuterio salió implicado también. Gracias a dios que era muy amigo del municipal, que por cierto, éste sí que era malo, pero malo de verdad. Había matado a niños durante la guerra cogiéndolos del pañal y estrellándolos contra la pared, y además, se jactaba de ello en el pueblo, mientras procedía a las torturas. Mi tía abuela Ana, que no tenía pelos en la lengua, le decía bien alto, que por eso dios lo había castigado y no tenía hijos (llevaba muchos años casado y su mujer no se quedaba embarazada) "ahora te jodes" le decía. El caso, es que este municipal diabólico, salvó a Eleuterio de la cárcel, y pudo seguir pastoreando, ya tranquilo, sin los bandoleros de la sierra de Jaén.





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