viernes, 18 de septiembre de 2015

Miedo, el puto miedo

Qué fría esta noche. Y qué oscura. Otra vez el techo en mi cama. Otra vez aferrada, con un recuerdo, que viene y me habla.
Sentir que eres para mí, sentir que soy yo para tí, sentir que nos hemos encontrado, y sentir que sólo lo siento yo. Y sentirme faro de ciego. Y sentirme estúpida. Y sentirme triste. Y sentir y sentir y sentir, que siento no poder sentir tu pecho, ni tus manos, ni tu nuca, ni tu cuerpo.
Cuantas noches tengo que gastar en borrar tu recuerdo. Cuantas balas tengo que quemar, cuantos disparos te tengo que dar, para que seas olvido. Un olvido que me está costando forjar, a hierro y a fuego.
Cómo dejar de quererte, sin sentir que no me quieras. Y yo ya no sé si es que me engaño,  o si eres tú que te engañas, o si es que nos autoengañamos los dos, o si es que sólo vemos lo que queremos ver o si es que sólo vemos lo que tenemos miedo de mostrarnos.
Me creí capaz de hacerte superar tu miedo. Dios no he podido. Yo también sufrí pánico. Ojalá me hubieses gustado un poco menos. Me habría sentido más fuerte. Y gigante versus gigante, se aplastan los miedos.
Ojalá no fueramos aire. Ojalá fueramos tierra y raíces. Eso es lo que yo quería contigo, amor. Mi tierra, anclanda a este globo aerostático que tantas veces está a punto de estallar, y que a menudo le gusta dar palos de ciego.
Y aún me cabe la duda de si tú ya tenías raíces. Cómo las ibas a echar conmigo? si tu tierra ya estaba ocupada. Y otra vez miedo a equivocarme y miedo a que me tengas miedo, y miedo a que no me quieras, y miedo a hacerte pequeño.

Y me voy instisfecha, y me voy con la duda. Y me quedo con las ganas. Y me quedo con la certeza, de sentir que eres para mí, que no nos vamos a encontrar, que tendrá que ser en otra vida, y que ésta, se va a desperdiciar, en estos desencuentros.
Y no me queda otra que protegerme de tus miedos. Leí cómo son, cómo actúan. Y leí que si aún siendo consciente la otra persona de estos miedos, se deja ser infeliz, el problema era de la otra persona, y no del miedoso en cuestión. Pensé que tenía razón. Y que no podía obcecarme con alguien que no superaba sus miedos, porque quien perdía, era yo.
Contra la espada y la pared, valoré la posibilidad de que prefirieras nuestro destino juntos, al miedo. Y me equivoqué de pleno. Y pienso en cuantas cosas más me habré equivocado. Pienso en que quizás tenías un harén, del que formaba parte. Pienso en que si me manipulabas. Pienso en que apenas me besabas, con lo que a mí me gustan los besos,  y con la ganas que a mi me daban de besarte.
Y pienso que soy tonta. Y que no tengo remedio. Y que aunque te llore cien veces, cien veces tengo que sacarte de dentro. Y me duele. Y lloro de nuevo. Y maldigo esta vida, y me maldigo por dentro.
Bona nit amor, tengo que quemar tu recuerdo.

martes, 15 de septiembre de 2015

Siempre me ha gustado aprender






Dos errores seguidos,

dos entradas fallidas.
En 2 años y medio tres rupturas.
Qué es lo que falla.
Algo estoy haciendo mal.
Y debo pensar y reflexionar en ello,
porque no pienso arder más,
y ésta es la última vez que pierdo.

Los dos eran problemáticos,
los dos débiles.
Cómo no darme cuenta.

El primero, cuando me percaté,
ya estaba dentro.
Y lo sufrí año y medio.

El segundo, cuando me percaté,
no me dejaba estar dentro.
Lo he sufrido 9 meses.

Dónde está el error.
He dejado escapar las señales?
Me ablando?
Acaso pienso que nadie me va a querer?
Sí sé, perfectamente, que eso,
no es cierto.

 Es importante aprender de todo esto.
Soy roble, de naciemiento.
Esta desestabilidad,
tiene como finalidad,
mostrarme algo.
Que aún no consigo ver,
pero que sé que está ahí,
y que cuando lo descubra,
voy a ser intocable.

No tengo prisa para encontrar un tercero.
Necesito resolver este misterio, primero.

Haré memoria, y miraré para atrás, que así, fríamente, no duele tanto.

A ver, a ver...
del primero. Aprendí lo que hacen las drogas. Aprendí del comportamiento del ser humano drogado. Él me enseñó a querer con locura, lo que significa un polvazo todos los días que pasé junto a él y la mayoría de veces, más de uno cada día. Eso no lo voy a olvidar nunca, dios mío, fue maravilloso. Me enseñó a dormirme en su pecho mientras me leía un libro. Me enseñó la física cuántica, y la química que había en nuestros labios cada vez que nos besábamos como si se fuera a acabar el mundo. Me enseñó la telepatía. Me enseño a VIVIR, la vida, y a vivirla pero con mayúsculas. Pero también me enseñó, que una persona adicta al alcohol, se vuelve otra. Me enseñó los celos,  los ojos encendidos, los portazos desolados y el sometimiento a sus pruebas de amor inacabables.
Del segundo, aprendí que aún puedo seguir teniendo buenos polvos, que aún no se ha acabado el mundo. Me enseñó la cobardía, el gran miedo arraigado y su enorme falta de confianza que ocultaba tras su gran ego. Me enseñó, un pedestal primero, y un gran derrumbe al final. Éste aún duele recordar, es reciente. Pero algo importante también debía mostrarme para poder continuar mi camino. Quizás, sea el respetarme a mí misma. Quizás me ha obligado a quererme y a potenciar y mimar mi tierno ego.

En los dos, he visto y vivido la miseria humana. De los dos me compadezco, y de los dos siento lástima. Ojalá me equivoque, pero ninguno de ellos, tendrá jamás una relación sana.

El caso, que es lo que me atañe, es que aún no sé que tengo que aprender en estos casos para que mi futuro deje de ser lamento, y sea feliz y grande y llena de un millón de soles y con fuegos artificiales! cada vez que me penetre un probable tercero.

Toca recogimiento y misión olvido. A veces no puedo evitar sentir un cosquilleo cuando pienso en cómo será el tercero. Me gustaría que tuviera el amor y la protección que me daba el primero,  con el entendimiento sin palabras que me daba el segundo. Y que tenga cuello ancho, y hombros grandes. Y que toque mi cielo todos los días y a todas las horas que podamos. Y seré feliz. Y feliz para siempre. Sueño con ello, porque sé,  que si lo sueño con mucho ahínco, los sueños se cumplen.