Este año ha sido una locura. Empezó de la peor manera posible, una ruptura, un forcejeo, y unas terribles ganas de llorar que se mantuvieron durante los 3 primeros meses. La primavera me cogió en bragas. Hice intentos de conocer gente nueva, hice algunas amigas que resultaron ser de pacotilla, un viaje a Lyon con mis niños, y trabajando fueron pasando los días, las semanas, y los meses. El verano quise optar por la reclusión. Me negué a conocer a nadie más, me apetecía estar sola, ir sola a todos sitios, hacerlo todo sola. Terminé una relación de amistad o de lo que fuera con alguien que fue muy importante en mi vida, y me lo cargué. Necesité todo el verano para pensar y recogerme. Luego ya fue una locura. Quise conocer gente, entré en varios grupos, hice excursiones, salidas... me salieron unos cuantos amantes, y no he parado aún con la racha. Sin embargo me sigue pasando lo de siempre, que los que me gustan no me hacen caso y los que no me gustan los enamoro. Quizás esta deba ser mi cruz.
Y durante todo este año también te he echado de menos. Pero estás parado y no haces nada de nada. Y yo no estoy como para destrozarme más veces. Me vas a llevar a la ruina por tu cabezonería, aunque ya lo tengo más que asumido y aceptado.
Este año nuevo que viene, me va a cambiar la vida, otra vez, lo presiento. Se me cumple un sueño, uno grande, y me dará estabilidad a mi y a mis hijos. Debo preparame para ir a por ello con todas mis fuerzas. He esperado 7 años este momento, y el cielo me lo regala durante este año que viene. No puedo más que estar agradecida.